martes, 20 de mayo de 2008

El mito de Sísifo III

"Sueños, al costado de mi flujo sangíneo" E. de Santiago. Mixta sobre tela 140 x 100 cms.
Obra recién terminada, que me ha dejado un grato sabor, ya que es mi vuelta a un punto interrumpido, donde las pinceladas, me vuelven a ser tan familiares. Esta nunca será expuesta, salvo aquí, será enrollada como otras tantas. Mi próxima tarea, concluir mi instalación y un lienzo de 11 metros (frágiles transitos bajo las espirales) Donde los invito para el 3 de Agosto a ser expuesta, en la Galería Posada del Corregidor. Para después viajar al año siguiente a México.



Adentro,
una letanía desplazada de su centro,
afuera,
la ciudad sigue la ascensión,
como inmutables en su carnaval de bovinos atormentados,
cruzando las aceras que grises se conjugan
con el cielo gris,
como los trajes,
y las miradas presas de lo cotidiano,
Shambalha sepultada en una esquina en blanco y negro,
bajo surcos dejados por tantas vidas,
huyendo de licaones pictus al galope,
canidos de presa,
y chasquidos tras nuestros zapatos,
entonces corremos a la emboscada,
uno será el elegido,
para engrosar las cifras de la cesantía,
y colocarse como el siguiente, en una feria de sarcasmos,
sentados sobre el oro que robó Almagro,
y la Barrick Gold Corporation.

Desdichas otoñales,
llego al fin de la jornada, a mi cima auto impuesta,
sobrevivir,
sin saber mañana,
cuando ruedan los peñascos,
el mío y el de mis vecinos,
mientras atisbo tus ojos,
que portan la clemencia,
una hipérbole de dulces deseos,
que desova sus caricias para espantar el futuro,
ese, en un macizo nudo de seniles,
hijos de un oráculo de crótalos,
arrimados siempre al camino amurallado,
donde espero una salida,
un bufón colgado de su gorra en una puerta,
que diga por este lado,
y una puerta de libélulas,
antes de la dirección obligada,
que lleva a un callejón sin salida,
donde nadie se exime.
Para que llegue la hora de escaldar los sueños,
una suerte de fototropismo negativo para hundirse en el miasma,
la escala obligada de aquellos que pagan sus contribuciones,
sin tener retribución alguna,
habiendo perdido el lenguaje de los pumas,
con su forma ahogada en el progreso,
y su libertad extinta,
¿Te suena familiar?
¿A que hora sales mañana?
¿a que hora vuelves?
Dime si sabes el día en que la nebulosa se abraza a las alas de la luciérnaga,
por dentro del diseño me refiero,
hermanas en la luz,
y en cada ciclo del nitrógeno,
esperando posarse en los escritos paradójicos,
de una sabia anciana de Illapel,
mi abuela,
con su carga herbácea,
sabedora del orgasmo de los pistilos,
y de la hora en que ama la gallina,
para invocarla en su discurso secreto,
con su tono taciturno,
mientras con sus dedos arremolinaba mi pelo,
una suerte de menuda espiral logarítmica,
mientras mis ojos se expandían.

sábado, 17 de mayo de 2008

El mito de Sísifo, parte II

El rapto (detalle) E.de Santiago



Como todo lugar,
como cada cosa tiene una esencia que la empuja,
me sostengo,
impoluto
como epígono taciturno,
bajo las noches,
sobre una soga que ausculta a la luna,
y licántropos observando mis rituales,
a prudente distancia,
pues saben que porto balas de plata,
y no uso corbata,
pues no he dejado de ser niño,
para adoptar la farsa de ser adulto,
y no creo en los absurdos roles sociales,
no pretendo ser beneficioso para la sociedad,
y aumentar la depredación del planeta,
y aún están a tiempo de abandonar esta declamación,
se los advierto,
ya que prefiero lustrar las almas,
rezar por las ánimas,
darle cuerda a mi trencito,
tararear a Leo Dan,
regalarte un dulce,
adentrarme en los ocultos textos de la viuda teosófica, que levitaba para no tener que sufrir por sus hemorroides,
entonces abracemos a los gatos a la antigua,
como los egipcios, y pintemos los muros,
pues no quiero perder tiempo,
ni perderme con el,
el tiempo que hizo guardar tus historietas,
y dejar de lado tus amigos imaginarios,
que no son imaginarios,
nunca lo fueron,
por eso bebe el hombre inadaptado,
para acudir a su encuentro,
delirium,
fiat lux,
rara avis in terris,
un poeta sin serlo manchó los ojos de una mujer pequeño-burguesa,
y depositó sus pagos ante su mascara antediluviana,
presa de ovulaciones y espermatogénesis,
una unidad primaria,
servil a la economía,
distrayendo el ojo del alma,
y renunciando a un gusano de tiempo,
desde donde yo cumplo mi sentencia como vigía de los sueños,
donde he conocido el éxtasis de escuchar el silencio,
después de años de meditación,
albergándome de vez en cuando en el mundo de la antimateria,
y su símil en el mundo material,
el placer de rascarse el hoyo.
En estas palabras hay sabiduría,
y es esta mi exégesis para tus ojos,
pues divisé tus constantes gloriosas al verte de lejos,
aproximada a las cotas de mi cosmos,
mi entorno inmediato,
una suerte de caldo de oráculos,
y vida citadina,
una nada en evolución,
consumiendo y expeliendo átomos para darle el gusto a Lavoisier.

Pico pa’l que lee.
Amén.
(se los advertí)

viernes, 16 de mayo de 2008

El mito de Sísifo

"Ictus", oleo sobre madera, E. de Santiago, 2008
Nací un día de primavera en Santiago,
aunque debí nacer en Patolandia,
pues así pude haberme presentado mejor,
a la manera de viñetas sobre papel roneo,
pero fui formado por la aspereza del ser humano,
donde mucho se oculta y se solapa
bajo leyes y oprobios,
por eso me ha ido mal y bien,
perdidas y lagrimas han sido llamadas a la materia,
acarreando a mis costas su sabiduría,
como las mareas incesantes,
donde las palabras antiguas se pulimentaron,
y tejieron su sinfonía entre mis nervios y músculos,
con voces y cuerdas me vistieron con dibujos nacarados,
para desprenderme de la cáscara pesada,
aprendí entonces del vuelo, y su quehacer sin dogmas,
nada mas ni nada menos que la levedad de ascender sin maletas,
sin prisiones,
ni calzado,
desnudo como nauta penúltimo en la espera,
lejos de la sacristía indolente,
donde la mano purpurada besa tanto a pobres,
como a la mano hacedora de pobres,
y salí al mundo,
donde me agredieron los consensos,
y surgí indemne en la risa,
a pesar de los estigmas de un baribal,
en una noche a oscuras,
con los ojos vendados,
ofrendado al frío ,
con sus espectros atentos en las esquinas de la celda,
esperando con angustia de donde vendrá el siguiente golpe,
pero hoy vivo,
vestido para amar,
y con un escaso equipaje,
lo que me queda después de andar en un derrotero paradójico,
lo que salvé de mis naufragios,
como bien dijo un monje,
para así no tentar a los ojos,
y poder hurgar detrás de lo evidente,
para hacer mi parábasis en esta absurda comedia
al ver como se visten las ovejas con piel de lobo,
para entonces sobrevivir,
y así demorar la hora postrera,
lo inevitable,
donde abandonas tus acopios,
y asciendes solo con la liviana memoria,
dejando los labios inertes,
para solo decir y besar con el alma,
como yo hoy te digo y beso,
y mirar atrás,
para que todo despierte,
y sabernos.



sábado, 10 de mayo de 2008

9 de Mayo

"En busca de la primavera". E. de Santiago
La noche calzó su tibieza para abrazar los pasos,
tras un encuentro en su hora exacta,
bajo los lejanos y complices soles de un horóscopo,
una pristina constelación,
que con su mirada de astros extintos,
bañaba nuestro transito incierto en busca de un refugio.

Zona de fumadores,
y un Chardonay.

Siete horas treinta y cuatro minutos con quince segundos,
hacen que una vida entera valga la pena,
donde la nada abre su esquiva ventana,
ofreciendo un piélago por inventar,
sin horizontes conocidos,
ni cotas consensuadas,
sin bitácoras,
solo la huella de un hombre,
abandonando su siempre obligada ermita,
su inefable sequedad,
para buscar entonces la húmeda certeza de tu boca,
bendito Heidegger,
que dijo el ser,
y las coordenadas donde encontrarlo,
una suerte de agorero con polainas,
para sabernos,
y vestirnos de manera reconocible,
en su momento,
miembros de una misma especie en extinción.

Todo,
se escribe con matices,
como los que capturas con aquellos ojos que se empequeñecen cuando ríes,
y prendes mi alma,
por eso lucí distinto al resto,
es la resultante de la simbiótica contenida en una profecía arcaica,
la que leía con la larga pupila de mi sueño,
bajando por la voluta de una espiral,
la que guardé en mi bolsillo,
y que traje conmigo,
para así desenvolverla,
y poder invocar nuestros secretos,
con su dibujo incansable que viaja hasta lo que no existe,
pues así fue nombrada,
antes del primer átomo,
tal como lo fue después…..
sobre la mesa que acogió nuestras manos,
signo inequívoco de la fe que sobrevive,
a pesar de la ciudad
con su halo funerario.

Tus australes flores,
entonces son nuestra brújula.


martes, 6 de mayo de 2008

Jorge Giusti, el amor y la contemplación

E. de Santiago, Jorge Giusti, Ronnie Muñoz.


Ayer Lunes 5 de Mayo, tuve el honor de participar y presentar el libro "Reminiscencias en Abril" de mi buen amigo y poeta Jorge Giusti, en la sala Ercilla de la Biblioteca Nacional, donde compartí este privilegio, con Ronnie Muñoz, también poeta, ensayista y Presidente de la comisión de Cultura del Colegio de Periodistas de Chile, quien por lo demás es otro gran amigo.
Pero debo referirme al libro, que como bien decía ayer: Cada libro es el rastro, que los hombres que escriben, van dejando a las generaciones venideras. Y me detengo en esto y lo subrayo, ya que yo soy poeta por ustedes, anteriores poetas, por ti, Jorge, Ronnie, Armando, Pablo, Teofilo, Vicente, y tantos cientos de vates, e insignes escritores. Y me siento un privilegiado y agradecido de la vida, por conocerlos, por leerlos, hablar, compartir con ustedes, en este, el transito heroico de la poesía.
Más aún, que en este libro se ha volcado la capacidad inmedible de amar que tiene el poeta, y mayormente cuando esta, su convicción, se muestra con una voluntad ignota y sempiterna, ante la mirada de nosotros, que leemos las páginas sin poder dejar de esbozar una sonrisa de fe, y eso sucede por lo que palpamos en cada verso, en cada recoveco del papel y de la tinta, asoma el amor épico para Cathy, la musa eterna que se aloja insistente en tu bella métrica, y que revela ante nuestros ojos el piélago inmenso de lo esencial del ser humano. Por eso este libro es una verdad urgente para nuestros días, cuando se piensa que el amor es anacrónico, y donde solo rige el imperio de la superficialidad.
"Reminiscencias en Abril" Es una hermosa partitura que a partir de la memorabilia, reafirma lo que habita en el alma del poeta: Su vida y un largo trajín (por su trabajo en Org. internacionales), su Buenos Aires natal, sus viajes interminables, cual Odiseo, que viéndose circunstancialmente separado de su amada, exhibe su nostálgico recuerdo. Su ir y venir en estos periplos, sus reencuentros frondosos de afecto y pasión. El libro es la sabiduría del poeta, el contemplativo que escudriña, en lo mundano, en lo simple, que a la larga se convierte en la complejidad del aleteo de un colibrí, o el zigzaguear de la hormiga, al igual que Maurice Maeterlink, Jorge se asombra, y de lo imperceptible, es entonces que alza ante nuestros ojos, la arquitectura divina que la contiene. Y no conforme, nombra además con certeza lo invisible que la sostiene: El amor. Una mujer y un hombre, unidos para siempre.

Solo queda invitar a recorrer este rastro, y para eso, un poema de Jorge Giusti, donde principia la gloriosa longitud de esta huella:

Serenas manos mías

Serenas manos mías que transitan tus líneas,
Cathy.

Que con sabia dulzura te esculpen día a día.

Que sin pausa te ofrendan sus no olvidados vuelos.Interminables manos que cobijan tus blancas
columnas. Tus alturas.

Inagotables aves que aposentan sus cantos
en las mansas cavernas de tus asombros.

Serenas manos mías, antiguas de amor,
Cathy.


En la fría mañana otoñal de jueves 24 de mayo, 2007




Vista de la Sala Ercilla en la Biblioteca Nacional

lunes, 5 de mayo de 2008

Mensaje encubierto desde la portería de mi hipófisis


Adjuntese a esta opción cibernética, la verdad patafísica que transmuta ahora, para dejar de ser verdad, y así está escrito desde los universos ya extintos,

toda invisibilidad se manifestará nitidamente para un futuro resplandor,

Pues esta vendrá sin que la noten y....

sin odiosas síntesis,

sin diseños que llaman a la herrumbre,

sin respuestas pseudo artísticas meramente conceptuales,

sin morales equívocas,

sin censura,

sin retórica lejos de la plástica y la belleza,

sin luces de neón que nublan el amor que divaga desde el Pérmico,

sin egoísmos neoliberales,

sin medallas por apoyar lo anterior,

sin ropajes que cubran la sinceridad,

sin odio que dañe a algún niño,

sin acciones que dañen a la naturaleza (Gaia)

sin límites a soñar,

sin vergüenza por tirarse un pedo,

sin iglesias, monarquías, oligarcas, ni poderes de facto,

sin miedo a las memorias, incluso las inentendibles, las ancestrales,

sin plata en los bolsillos,

sin mercaderes,

sin analfabetismo cromático,

sin muertes presuntas (Nada muere)

sin miedo a los juguetes a cuerda,

sin abandonar la actitud contemplativa,

sin negar una caricia o un beso, menos una sonrisa,

sin cerrar la puerta a las deidades y los místicos,

sin dejar de ser.

sábado, 3 de mayo de 2008

Del miasma surge la vida

"Espirales IX" Mixta sobre tela, 140x100, Enrique de Santiago.
Y nada es en lo cierto, cierto
aunque sumerja mis manos en las esporas inquietas
buscando decodificar su pasado ígneo
y abrazando deudas a los astros,
bajo la calumnia flamígera de su espada,
para cuando respire,
hundir mis costillas hasta el alma,
para ahuyentar la poesía,
pues esta no lo es,
solo es un tubérculo de un gemido,
uno que no quiere surgir de la tierra
y no desea ver la luz.

Así me hice niño nuevamente,
trazando círculos en la vida,
acarreando las aguas a otros molinos,
para retornar a mis renuncias,
muy próximo a la pasajera lechuza no vidente,
que luce joyas al espacio,
y nácares en el verbo,
antes del insomnio,
lejos de su letanía,
encendiendo las naves,
que giran sobre los anillos de Saturno,
y los anillos de los gusanos,
siempre lo mismo,
el punto del circulo
que vuelve a su principio,
pero solo cuando se le recuerda,
ya que muchos pierden la compostura,
y no sabe quienes son.

Supe de una ninfa en un manglar,
que no vio la vida,
mas allá de sus espejismos….
dejó las alas en el fango interminado,
como mi aliento,
sumergido en la pradera,
para sacudir la corteza con sus temblores,
cien veces insensatos,
cuatro veces olvidado
por la vergüenza de horadar en el vacío,
que deja el rastro piroplástico desde el comienzo
hasta su fin.