"Sueños, al costado de mi flujo sangíneo" E. de Santiago. Mixta sobre tela 140 x 100 cms. Obra recién terminada, que me ha dejado un grato sabor, ya que es mi vuelta a un punto interrumpido, donde las pinceladas, me vuelven a ser tan familiares. Esta nunca será expuesta, salvo aquí, será enrollada como otras tantas. Mi próxima tarea, concluir mi instalación y un lienzo de 11 metros (frágiles transitos bajo las espirales) Donde los invito para el 3 de Agosto a ser expuesta, en la Galería Posada del Corregidor. Para después viajar al año siguiente a México.
Adentro,
una letanía desplazada de su centro,
afuera,
la ciudad sigue la ascensión,
como inmutables en su carnaval de bovinos atormentados,
cruzando las aceras que grises se conjugan
con el cielo gris,
como los trajes,
y las miradas presas de lo cotidiano,
Shambalha sepultada en una esquina en blanco y negro,
bajo surcos dejados por tantas vidas,
huyendo de licaones pictus al galope,
canidos de presa,
y chasquidos tras nuestros zapatos,
entonces corremos a la emboscada,
uno será el elegido,
para engrosar las cifras de la cesantía,
y colocarse como el siguiente, en una feria de sarcasmos,
sentados sobre el oro que robó Almagro,
y la Barrick Gold Corporation.
Desdichas otoñales,
llego al fin de la jornada, a mi cima auto impuesta,
sobrevivir,
sin saber mañana,
cuando ruedan los peñascos,
el mío y el de mis vecinos,
mientras atisbo tus ojos,
que portan la clemencia,
una hipérbole de dulces deseos,
que desova sus caricias para espantar el futuro,
ese, en un macizo nudo de seniles,
hijos de un oráculo de crótalos,
arrimados siempre al camino amurallado,
donde espero una salida,
un bufón colgado de su gorra en una puerta,
que diga por este lado,
y una puerta de libélulas,
antes de la dirección obligada,
que lleva a un callejón sin salida,
donde nadie se exime.
Para que llegue la hora de escaldar los sueños,
una suerte de fototropismo negativo para hundirse en el miasma,
la escala obligada de aquellos que pagan sus contribuciones,
sin tener retribución alguna,
habiendo perdido el lenguaje de los pumas,
con su forma ahogada en el progreso,
y su libertad extinta,
¿Te suena familiar?
¿A que hora sales mañana?
¿a que hora vuelves?
Dime si sabes el día en que la nebulosa se abraza a las alas de la luciérnaga,
por dentro del diseño me refiero,
hermanas en la luz,
y en cada ciclo del nitrógeno,
esperando posarse en los escritos paradójicos,
de una sabia anciana de Illapel,
mi abuela,
con su carga herbácea,
sabedora del orgasmo de los pistilos,
y de la hora en que ama la gallina,
para invocarla en su discurso secreto,
con su tono taciturno,
mientras con sus dedos arremolinaba mi pelo,
una suerte de menuda espiral logarítmica,
mientras mis ojos se expandían.